Samuel Sánchez: "El que quiere ser ciclista en Asturias no se puede quedar" - miGijón

2022-08-08 10:35:19 By : Mr. Howard Wang

ENTREVISTA CON SAMUEL SÁNCHEZ, MEDALLA DE ORO EN CICLISMO (PEKÍN 2008)

Samuel Sánchez (Oviedo, 1978) se conserva igual que cuando estaba en activo. Aunque él lo niegue, tantos años de esfuerzo y sacrificio han servido para que continúe fino como el alambre. Uno de los grandes triunfadores de los Juegos Olímpicos de Pekín nos recibe en su casa de la capital. En la puerta espera ‘Gold’, un mimoso y juguetón pastor alemán que no pierde detalle de su amo mientras se somete a la sesión de fotos. Sigue vinculado a la bicicleta como comentarista, pero sobre todo, como embajador global de MMR aunque habrá que seguir de cerca su evolución en el esquí. El ovetense cree que la situación del deporte es complicada y tiene claro que sin dinero ni proyecto no se pueden hacer cosas. 

¿Dónde estaba Samuel Sánchez en Barcelona 92?

Sé que corría en bici (risas). Me acuerdo de ver a José Manuel Moreno ganar el oro olímpico del kilómetro en pista en el velódromodeVall d’Hebrón y también al asturiano Adolfo Alperi conseguir diploma olímpico en pista.

16 años después se convirtió en unos de los protagonistas de los Juegos… 

Ni en mis mejores sueños. A un ciclista le preguntabas hace años qué era lo máximo y en España sería ganar un Tour o una Vuelta a España, en Bélgica la París-Roubaix, en Italia la Milán-San Remo o el Giro de Lombardía, en Holanda quizás la Amstel Gold Race o el Tour de Flandes, pero hasta que se incluyó el deporte profesional en la Olimpiada de Atlanta en el mundo del ciclismo, no se le dio la importancia que se le da ahora. De pequeño me dices que iba a ganar una Olimpiada y te digo que estás loco, ni el día antes se lo hubiera imaginado. Solo el hecho de ir fue un sueño hecho realidad por todo lo que se vive.

Han pasado 14 de aquella medalla en Pekín. Un oro que, además, fue el primero para el ciclismo español en ruta…

Sí, fue el primero para el ciclismo español en ruta, primera jornada de los Juegos Olímpicos en Pekín –allí era por la tarde, aquí por la mañana- y la sensación que tienen los deportistas siempre cuando estás en la vorágine del deporte, en esa burbuja, es que no disfrutas del momento nunca. El domingo veía el pódium del Tour de Francia y decía: ‘Si es que yo estuve allí’ y en ese momento no le das el valor que tiene porque estás pensando en lo siguiente, ir rápido al hotel, cenar y para la cama porque ya tienes el viaje sacado y tienes que ir a otra competición. Vamos, que no disfrutas esos pequeños momentos. Y quizás en la Olimpiada pasó algo parecido porque estaba en China, en la otra esquina del mundo, dentro de la Villa Olímpica no podían entrar casi periodistas, tenían una hora al día porque estaba todo muy escalonado y luego como las Villas Olímpicas son ciudades para deportistas, cada uno va a su rollo. Gané un oro y para ti no miraba a nadie, es decir, veías a la gente con su mochila a comer, se iban al autobús a su deporte, Alberto Contador y yo que fuimos los únicos que nos quedamos en la villa a nuestra historia pensando en la crono… Acabas de ganar un oro, hacer historia para el resto de tu vida y estabas ahí como si nada. Además por la distancia no te dabas cuenta. Hablaba con mi mujer y me preguntaba si estaba agobiado, si me llamaban. Sí recibía llamadas, pero es que allí estaba muy tranquilo y me contaba que había abierto todas las televisiones, estaba en la portada de todos los periódicos de España ya sea prensa generalista, económica, deportiva… Allí no había esa presión mediática porque como había tantos deportes y estaba tan lejos, no se vivió como tal. Si llega a ser más cerca, igual sí, pro es que mi familia no estaba allí, no había nadie de mi equipo. Estábamos muy aislados: sólo los masajistas, el mecánico, Alberto (Contador), el director y yo.

Un quinteto en el que estaban Alberto Contador, Óscar Freire, Carlos Sastre y Alejandro Valverde. ¿Los triunfos son un éxito colectivo?

Sí, en el ciclismo sí. Aunque el deporte parezca individual es de equipo. De hecho hay una anécdota muy buena. Cada vez que voy a un acto del Comité Olímpico Español, el presidente Alejandro Blanco dice: ‘Gracias a Samuel se ha creado un antes y un después en el ciclismo a la hora de considerarlo como deporte de equipo’. Cuando tú tienes el premio económico que te dan por ganar un oro, el ciclismo en ruta está considerado como deporte individual. Llamé al COE después de ganar la medalla y dije que la dotación económica se repartiera entre los cinco porque el ciclismo es un deporte de equipo y él me dijo que a partir de ahí se cambió la tipificación en los estatutos para ponerlo como deporte de equipo y si se ganaba un oro, plata o bronce, el premio se reparte entre todos los miembros del equipo. Ese gesto me valió también el Premio infanta doña Elena.

Y Valverde ahí sigue dando guerra… 

Siempre que hablo con él le digo que me cuente el secreto porque todo el mundo considera el ciclismo físicamente muy duro, pero es un deporte que es más psicológico, mentalmente y más hoy en día te machaca muchísimo porque pasas mucho tiempo fuera de casa, hay mucha tensión en carrera. tienes que rendir físicamente bajo una presión psicológica muy fuerte y hay una edad para ello. Cuando eres joven no ves seve (risas), pero cuando pasas de 34-35 te cuesta hacer la maleta, salir de casa, ponerte un dorsal, meterte en un pelotón, codazos… Cuando ya eres una persona que tu motivación es intrínseca, pasa por conseguir victorias y eso no llega empiezan los fantasmas y piensas si es la hora de la retirada, si dejas la bici a qué te dedicas… He tenido la suerte, como muchos de mi generación, de haberme ganado muy bien la vida con contratos bastante altos, gestionas tu patrimonio, pero eso no vale y tienes miedo a dejarlo y ver qué haces porque el ciclista vive en una vorágine, es muy veloz y cuando lo dejas, de repente todo se para y pasas a ir en primera. Llegas a una edad donde cuesta saber qué vas a hacer y Alejandro con 42 años ahí sigue y ganando carreras. Es un crack.

¿’Morirme hasta la meta’ es una de sus máximas? 

Cuando estás bien, sí y cuando estás mal, también (risas). El ciclista siempre tiene que llegar a la meta y hay veces que cuando peor lo pasas es cuando vas el último porque tienes que entrar dentro de un control, sobre todo en carreras por etapas, para poder salir al día siguiente. Hay veces que llegas muerto, literal, pero como dicen las mujeres se asemeja a un parto: enseguida se olvida y luego vuelves a tener ganas de más hijos o de montarte en la bicicleta (risas).

En la llegada había muchos compañeros esperándole, pero yo quiero poner el foco en uno especial: Marcelino Torrontegui. La imagen del abrazo es parte de la historia.  

Somos familia, tenemos lazos de sangre, primos segundos. Esto se venía cociendo desde hacía tiempo. El año antes de los Juegos, estábamos en la camilla de masaje en un Mundial en Suiza y me empieza a contar que estuvieron en la preolímpica en China viendo el circuito, que salía de Tiananmén, iba hasta la Muralla y luego siete u ocho vueltas. Me decía: ‘Te va porque además te cuidas, eres un tío centrado y atas todos los cabos. Después del Tour de Francia puedes llegar allí y ganar’. Yo no lo veía, pero dije: ‘Vamos allá’. Acabamos el Tour, gana Sastre y hago sexto, hoy en día sería la leche, pero en aquel momento parecía lo normal y cuando estábamos en China Marcelino fue un apoyo para todos impresionante porque llegábamos con jet lag por la mañana y él según llegamos nos bajó a Tiananmén, el Mercado de la Seda para que no estuviéramos en la habitación y nos durmiéramos. Marcelino también fue una persona que creó un buen ambiente entre los cinco. Poner orden entre cinco gallos, con cinco egos, con cinco estrellas cada uno en su equipo y hacer funcionar eso quizás era tarea complicada y difícil, pero desde el primer momento en el aeropuerto hubo muy buena sintonía y él fue uno de los artífices de conseguir el resultado que se consiguió, sin ninguna duda. En mi carrera deportiva, siempre que me ponía la camiseta de la selección nacional en Mundiales y en la Olimpiada, siempre estaba ‘Marce’ ahí para una sonrisa, un masaje terapéutico en las piernas y también en la cabeza porque era una gran madre. La camilla es un lugar donde te confiesas siempre con un masajista. Siempre tuvimos una relación excelente desde niños porque somos familia y me conoce desde que era un crío, desde que empecé a correr en bicicleta. Con ‘Marce’ hay muy buenos recuerdos (risas). 

Recibió infinidad de felicitaciones, pero ¿qué le paso con la princesa Letizia? 

Acabamos el protocolo, rápidamente tuvimos que ir a la Villa Olímpica y ducharnos porque teníamos una recepción en la Casa de España para cenar y empezamos a hablar. En su momento mi abuelo me había dicho que mi difunta abuela y la abuela de Letizia eran familia lejana y empezamos a charlar, los dos somos de Oviedo y mi abuela también tenía algo de Del Valle, como Menchu. Fueron coincidencias de la vida, igual tenemos una consanguinidad un poco lejana y me reconfortó mucho hablar con la actual reina de España por la sencillez que mostró en ese momento, la cantidad de preguntas que me hacía, sobre todo, por cómo llevaba mi mujer el hecho de que estuviera tanto tiempo fuera de casa, los niños… Volví a coincidir con doña Letizia en una gala del Comité Olímpico Español cuando nos dieron las medallas de oro y estuvimos hablando de nuevo. Me llevé una sorpresa muy grata y también con el actual rey, por entonces príncipe: súper cercanos, amables, encantadores.

¿Se puede conciliar el sueño el día antes de la competición cuando se está celebrando la ceremonia de apertura?

Uff, sí porque mi compañero de habitación fue Carlos Sastre y era como un hermano mayor para mí. Venía con la tranquilidad de ganar un Tour de Francia y él me decía: ‘Niño, mañana lo vamos a hacer bien. Tú tranquilo, estoy aquí para ayudarte, no te preocupes’. Abajo estaba todo el equipo olímpico español con el traje de desfile, se iban a la ceremonia y nosotros en la ventana camino de la cama a descansar para competir al día siguiente porque salíamos muy temprano.

Usted tampoco se resistió a dejarse una marca del logro en la piel. 

Esto fue por una apuesta dos meses antes con Joan Llaneras. Me acuerdo que nos estábamos cambiando para salir a entrenar y le veo el tatuaje de los Juegos anteriores con el logo, la fecha y los aros y le dije: ‘Vaya pasada Joan, eso es historia’. Y me contesta: ‘Si ganas los Juegos, te tatúas’. Vamos, ni me lo dudé porque pensaba que estaba loco. Oye, dos meses después gano el oro y me vino a decir: ‘Samu, ya sabes lo que te queda: tatuarte’. Lo hice encantado: los aros, la fecha y el oro. Lo tengo que repasar porque está un poco bajado. 

¿Le quedó alguna lágrima en el pódium?

En Pekín fue todo muy extraño porque estaba muy lejos, conseguir una visa para ir era muy difícil, un hotel y un vuelo era muy complicado, apenas había familiares, público europeo porque mucho lo había puesto la organización… La ceremonia de entrega de premios fue un poco fría. Había gente, pero eran de comitivas, selecciones, Comité Olímpico Español, compañeros, auxiliares, mecánicos, mucha prensa -esto fue impresionante- y estaba ahí arriba, miraba para abajo y no veía tampoco mucha gente, pero notaba que algo gordo había pasado. En ese momento pensaba: ‘No llores Samu, que no se te escape, tranquilo’. Fue imposible aguantar las lágrimas de emoción porque al final ganar se gana muy pocas veces en ciclismo, pero esa victoria hace que te olvides de los malos momentos. Un ciclista sabe que para llegar ahí hubo pájaras, caídas, viajes, sufrimiento y cuando estás ahí arriba se te olvida y dices: ‘Coño, merece la pena, ¿no?’ y fue imposible aguantar las lágrimas (risas).

Incluso el año pasado MMR sacó una bicicleta de edición limitada por su oro en el décimo segundo. ¿La más especial? 

La bicicleta con la que gané, una Orbea, la guardé. Ahora mismo está en Shimano en Madrid, porque ganamos con el grupo y tienen bicicletas conmemorativas. A partir de ahí, Orbea hizo ediciones limitadas con fines comerciales y unos años después, cuando entro en MMR como embajador global soy quizás el buque insignia de la marca, se nos pasó por la cabeza conmemorarlo con la Olimpiada de Tokio. Hacer una bicicleta especial con motivos de oro, la fecha, algo fino. Ya ves que la bicicleta llama la atención, pero no carga. Es una bicicleta con una decoración mate para que no sea a la vista muy llamativa y que no canse. Fue algo muy bonito y lo especial es que las dos que tengo son uno de uno, esta vez no se hizo con un fin comercial, no hubo ediciones limitadas para venderlas, sino que fue una cosa especial para hacer marca; darle importancia a algo histórico en el ciclismo, en el deporte español y en Asturias, porque MMR es una marca asturiana. El propietario es íntimo amigo mío y fue también uno de mis padres deportivos Daniel Alonso, hijo. Su padre Daniel Alonso fue a recibirme al aeropuerto de Ranón, como una persona más, emocionado y llorando. Eso es algo que me ha quedado grabado. Con su hijo tengo una relación muy estrecha. Me ayudó mucho en mi carrera deportiva y ahora mismo esa bicicleta es made in Asturias, es algo que tenemos nosotros aquí de cara al mundo y es un exitazo. La gente me ha preguntado si se iban a vender ediciones de esa bicicleta porque es espectacular y quieren tener un recuerdo. La verdad que es bonito y estoy agradecido a la marca por haber hecho esto juntos.

En 2017 llegó la acusación de dopping. ¿El despido del BMC fue una bofetada? 

No, para nada. Al final todo está por contrato por la UCI. Cuando tú tienes un resultado analítico como positivo te apartan del equipo y cuando se confirma la muestra B tienes un despido. Otra cosa es que luego tu caso se resuelva rápido, te readmitan o vuelvas a firmar. Lo mío fue muy complejo porque cuando tienes una contaminación de un suplemento alimenticio, eso se dilata mucho en el tiempo. Demostrarlo es muy difícil porque, en ese sentido tuve muy mala suerte, pero tuve la fortuna de que el suplemento alimenticio lo tenía y se pudo demostrar que el bote con las cápsulas que estaba tomando de los aminoácidos estaba contaminado. ¿Cuál es el problema? Que se dilató mucho en el tiempo porque la resolución final tardó dos años. Tanto mi bufete de abogados y yo mismo como el de especialistas que estaban con el caso de la UCI tuvimos estrecha colaboración. A mi me pilla con 40 años y con 42 no iba a volver a andar en bicicleta. En la Vuelta a España del 2017 iba a anunciar que me retiraba del ciclismo, no sé si en el primer día de descanso o el segundo, quería ver cuando lo hacía Alberto (Contador) para no coincidir y cada uno tener su espacio, pero había cumplido un ciclo en el ciclismo de competición e iba a pasar a otras labores. Fue un golpe muy duro que no te esperas en el final de tu carrera. Lo peor son las informaciones falsas de medios de comunicación porque se me acusó de algo que no hice, la falta de información de la gente, te llaman dopado cuando yo no era un dopado, había dado un resultado positivo, pero no fue doping porque la cantidad que se me encontró en orina fue como si tiras un azucarillo en el océano, algo ínfimo y luego se demostró porque la UCI reconoció que fue una contaminación. Las cosas malas te hace crecer como persona, son lecciones de vida, apoyas los pies siempre en el suelo, sabes quién está a tu lado y gracias a la bicicleta te repones y sales para adelante porque la vida de un ciclista es caer y levantarse. Eso me ha pasado mucho en la bicicleta y puse en práctica todo lo que me enseñó la bici para salir de esta pequeña piedra que me encontré en el camino. Al final hay que saber afrontar los retos y las situaciones complejas que te pone la vida y salir hacia adelante. Gracias a Dios, dentro de todo lo malo, salió bastante bien.

Cuando queda demostrada la inocencia, ¿hay un sentimiento de paz o rabia?

Hay que ser una persona fuerte, tienes que ser muy objetivo. Lo único que te da perspectiva en la vida es el tiempo, dejarlo pasar. Soy una persona con una carrera intachable, he pasado millones de controles de sangre, de orina, etc. y cuando tú tienes un resultado positivo porque hay una norma que tienes que acatar, lo tienes que acatar, pero a veces sí que te da rabia por la manera en la que se te acusa y la falta de información porque la sustancia con la que di positivo tiene que ser cuantitativa, no cualitativa. Es decir, igual que le pasó a muchísima gente con el clembuterol, por ejemplo Alberto (Contador) que dio positivo y fue por una sustancia y se demostró que cuando vas a países asiáticos pueden engordar a las reses con clembuterol, debería de haber una cuantificación. Por ejemplo, de 0 a 1 gramo es una contaminación, se sabe que no hay una mejora del rendimiento. Lo mío fue lo mismo. Debería de ser una norma que fuese cuantitativa y cualitativa. Es que aparece y te has dopado. No, yo di positivo, pero no iba dopado, no tiene nada que ver. 

Lo que sí parece claro es que su ciudad le quiere. No creo que haya muchos deportistas con una calle y una estatua en Oviedo…

Pocos, muy pocos, creo que se pueden contar con una mano. También te digo que ser profeta en tu tierra cuesta muchísimo y lo reconozco. Te lo pueden decir todos los deportistas. No sé por qué, y más por la mentalidad que hay en España, lo nuestro a veces parece que se ve como normal y lo de fuera es guay, no se le da valor a los deportistas que hay en España, en Asturias y en la ciudad. Al final Oviedo es una ciudad privilegiada, tiene un oro olímpico en ciclismo, el único que hay en ruta en el mundo. Estoy encantado eh porque me gusta tener perfil bajo, anónimo y estar con mi familia, amigos, sigo haciendo mi vida y en ese sentido en Asturias prefiero también pasar más desapercibido (risas).

Usted se tuvo que ir jovencito a Euskadi para abrirse hueco en el mundo del ciclismo. ¿Le hubiera gustado triunfar en Asturias?

Era complicado y sigue siéndolo. Hoy el que quiere ser ciclista en Asturias no se puede quedar porque no hay equipos sub23 con estructuras que alberguen un calendario nacional, internacional importante y tienes que emigrar al País Vasco porque es donde están los mejores equipos de España, hay muchas carreras, tienes Francia cerca, sales a correr fuera o irte a Europa. Me fui con 18 años al País Vasco, es mi segunda casa también porque me acogieron y me trataron como uno más, quizás se me conozca casi más ahí que aquí a nivel ciclista y no tengo nada malo que decir, todo lo contrario. Cada vez que voy allí me siento como en mi casa. Me llaman el asturiano de Güeñes la población que me acogió. Al final el deporte y el ciclismo rompen esas barreras que tenemos aquí y la gente conmigo se siente identificada, nunca he tenido ningún tipo de rechazo, todo lo contrario, muy querido. Con el paso de los años y con la situación del ciclismo actual, la gente da más valor a lo que hizo mi generación y cada vez como que eres más patrimonio del deporte español y se ensalza más lo que hiciste que en su momento porque entonces como era normal. Lo mismo sucederá cuando lo deje Rafa Nadal, pasen los años y le den muchísimo más valor porque no es normal lo que se vivió en España en esa generación dorada que se ganó todo: fútbol, tenis, baloncesto, ciclismo… Es algo impensable.

Es cierto que Asturias ha sido una de las cunas del ciclismo. Recuerdo los triunfos del CLAS con Tony Rominger o el espectáculo que supone la región para la Vuelta a España donde muchas veces se decide la ronda española por poner dos ejemplos. ¿Qué falta para estar a nivel de Euskadi?

Dinero, alguien que confíe en un proyecto y que vea en el ciclismo una manera de rentabilizarlo, no sólo con publicidad sino como algo con lo que generar valor, marca; tener una presencia en medios de comunicación propios como redes sociales y externos como la prensa escrita, televisión, etc. y alguien que le guste este deporte y confíe en los valores que tiene. Ahora mismo junto con Benjamín Noval, MMR, Toyota, Gobierno del Principado, Esnova… muchas empresas que nos ayudan y más que se van a unir a este proyecto, tenemos quizás la mejor escuela de España en Asturias. Apenas sin carreras júnior, pocas cadetes, muchas de escuelas, pero tenemos 40 chavales y el año pasado fuimos el mejor equipo de España. Este año estamos primeros en el ranking nacional a nivel individual, es decir, con un poco de ayuda económica se consiguen cosas. Hemos subido a cinco chavales al campo profesional y con un proyecto de base que no solo es que hagan deporte, sino que mientras lo hacen no van a estar en otro sitio. Luego están los valores que te da el ciclismo: compromiso, seriedad, responsabilidad, compañerismo… Eso se extrapola al mundo estudiantil y laboral: tener unos horarios, entrenar, organizarte… Todo lo que soy ahora es gracias a la bici. Las bases las tenemos con la MMR Academy y lo estamos haciendo bien, pero para equipararnos a Europa se necesita a alguien que le guste y que aporte una buena inyección económica para crear un buen proyecto 360 grados. No sólo pongo el dinero, es algo más: una escuela de valores, querer generar marca, dar ejemplo de vida para todo porque lo hemos visto en el Tour de Francia con el compañerismo entre los dos primeros cuando uno se cayó y el otro le esperó, colaboración para cooperar por un mismo objetivo.

¿Cree que el Gobierno regional mira el deporte?

Hace falta dinero para mirar por el deporte, ayudar, dotar de recursos económicos al deporte base y es complicado. Estamos viviendo unos años muy difíciles con el COVID, con la crisis que hay y, en ese sentido, el Gobierno asturiano hace lo que buenamente puede, todo lo que tiene lo da. Para unos será poco, para otros será mucho y es muy difícil también depender de las instituciones porque dan hasta donde dan y hay mucha gente, no solo en el deporte, sino para más cosas que considera que es más importante ayudar al que lo necesita. Está claro y es difícil ayudar a todos por igual. Tampoco te sabría decir si es poco o mucho. A todos nos gustaría que nos ayudasen más, pero hay tantos para comer del pastel es muy complicado. 

¿Asturias valora como merece a sus olímpicos?

¿España lo valora? Hay que compararlo con otros países. En otros lugares cuando ganas una Olimpiada tienes sueldo vitalicio porque representaste a tu país ante todo el mundo y ganaste algo ante los demás y eres patrimonio nacional, en otros se le da cero importancia. Es muy fácil sacarse la foto con el deportista cuando eres un activo válido y lo que sí se echa en falta es cuando dejas el deporte profesional: o eres capaz de reinventarte, generar un personaje a raíz del que eras o si no el deportista lo pasa mal. Vemos muchos casos de depresiones, de no encontrar su sitio porque te sientes que no vales para nada. Cuando un deportista profesional deja su carrera es una persona muy válida. Das un paseo en bicicleta con un exciclista, empieza a contar historias a alguien y la gente alucina por todo lo que pasas. Eso lo extrapolas a cualquier situación de la vida de un político, empresario, trabajador, niños y somos libros abiertos, manuales de supervivencia de la vida. Cuando el deportista deja su mundo puede ser más válido que cuando estaba en activo, un momento en el que las cosas te llegan más fáciles porque se juntan fama, dinero… Y luego hay deportistas que cuando dejan su profesión tienen que buscar un trabajo porque económicamente hay deportes que están bien remunerados, otros no y ahí es cuando hay que ayudar a la gente que necesita un empleo para poder vivir.

Ahora la Familia Olímpica del Principado quiere retomar la idea de que se haga un Museo Olímpico en la comunidad. Ha pasado un cuarto de siglo desde que se persigue este sueño. ¿Es comprensible con la cantidad de logros asturianos que hay?

Este tipo de iniciativas tienen que ser público privadas, no queda otra. Por ejemplo, el Museo Fernando Alonso: algo público privado, que se involucre el Principado, que algo público lo avale, lo apoye. ¿Quién quiere ceder un espacio para meter allí todo, utilizarlo como lugar de referencia, generar corrientes deportivas olímpicas para albergar eventos, conferencias, charlas? Que ceda mi mallot, la medalla o la camiseta que utilizó Ángela… Es difícil consensuarlo y una vez que dejas el deporte profesional es como que pasas página a lo siguiente. Vivimos en un mundo muy rápido y muy de pulgar de teléfono. Miras una noticia y enseguida la pasas, las hojas de periódico de hoy llenan las papeleras de mañana. Vivimos tan rápido que tenemos una memoria selectiva y nos olvidamos un poco del pasado.

Lo suyo era la bici, pero también el esquí alpino. Debutó con un quinto puesto en un campeonato de España Masters.  

(Risas) Eso como digo yo, es hobby. Al final cuando tú pagas por algo, ya no es trabajo ni deporte profesional. Desde niño esquié, pero por motivos profesionales cuando pasé a sub23, tuve que dejarlo. Esquiaba muchísimo en Pajares, llegué a competir de niño en esquí de fondo y una vez que dejé la bicicleta volví otra vez. Empecé a ir con un amigo y un día me metí en un trazado, comencé a mejorar técnicamente y hace dos años se hizo el Campeonato de España en Sierra Nevada y me lié la manta a la cabeza. Debuté en la categoría máster 40-45 e hice quinto, este año llegué a ganar alguna Copa de España en mi categoría también, pero es una afición. Es un deporte muy bonito que genera economía, buen rollo y al deporte máster, hay que darle también su hueco, pero sabiendo que es máster, que hay que pasárselo bien y que no tiene que trascender más allá. Este año, si puedo, volveré a competir otra vez en esquí alpino (risas).

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