Ion Aramendi, presentador del debate de «Supervivientes» en Telecinco : Así es María Amores, estilosa periodista y mujer de Ion Aramendi | El Correo

2022-09-17 05:12:48 By : Ms. Angela Li

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Ion Aramendi y María Amores en San Sebastián / @sraamores

Salmantina de nacimiento, asturiana por parte de madre, extremeña en su rama paterna, madrileña por vocación y vasca por devoción. Un curioso cóctel de identidades geográficas ha moldeado el carácter magnético de María Amores y ha marcado las distintas etapas de su vida, como si cada una de las ciudades que se han cruzado en su camino fueran las piezas de un puzzle que ha ido definiendo su destino. Quizás no sea tan conocida para el gran público como su marido, Ion Aramendi, pero sí lo es detrás de los focos, donde se ha labrado una imparable trayectoria de más de dos décadas en la industria audiovisual. Porque si hay algún adjetivo que la define es ese: imparable. «Estoy embarazada de seis meses y me aburro sin hacer nada. Cuando nazca la niña voy a empezar a trabajar pronto, lo necesito». Marieta llegará al mundo en el tórrido julio madrileño, poniendo la guinda final a ese bonito equipo de cinco que ha formado con el presentador. A la capital se han trasladado todos a una, para dar paso a una nueva etapa familiar y laboral.

Ion Aramendi afrontará a finales de abril un nuevo reto en su carrera televisiva. El donostiarra es uno de los rostros más queridos de la pequeña pantalla y asumirá los mandos del debate de «Supervivientes», uno de los programas estrella de Telecinco. No deja de tener algo de poético que Ion y María se conocieran en las bulliciosas aulas de Periodismo de la Universidad Pontificia de Salamanca y que, años más tarde, presuman de compartir proyecto de vida y alguna que otra experiencia laboral, cada uno en su correspondiente lado de la cámara. A década pasada, siguen profesándose devoción absoluta, a golpe de post si hace falta o de aparición en plató si se tercia, acallando a los obtusos que reniegan de mezclar amor y trabajo en una misma frase. A ellos les funciona y, para más inri, se atrevieron a sumar en la ecuación el factor 'pandemia', trabajando juntos, revueltos y confinados para el programa «Todos en casa» de Televisión Española. Por aquel entonces vivían en Donosti, en una casa llena de vida con vistas a la Concha. El pasado mes de enero tan solo quedaban allí cinco años metidos en cajas de cartón y el eco sordo de la bahía retumbado en las paredes vacías.

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Hablamos de una mujer que ha alcanzado el nivel experto en el arte de la mudanza. Sumará unas quince en su haber, siendo esta última la más difícil con amplia diferencia. «Dejar Donosti fue como dejar a un novio al que quieres mucho. He sido muy feliz allí y he hecho muchos amigos. Ahora ya me he vuelto a hacer a Madrid, donde he vivido casi 20 años, pero de momento no quiero volver al norte por si me entra la melancolía», reconoce. Pese a todo, afronta esta etapa «con muchas ganas». «Hemos pasado algún tiempo separados por cuestiones de trabajo y, al final, te das cuenta que no importa tanto dónde vivas, sino con quién. Estamos juntos en esto y ahora Ion necesita nuestro apoyo», puntualiza. Se han instalado en una zona residencial de la capital, de esas tranquilas con parques y colegios donde María juró alguna vez que jamás viviría. «Es una de esas cosas que dices de joven y luego te tienes que tragar».

Su nueva ilusión es un piso al que ha dado forma en tiempo récord. «En tres días estaba puesto hasta el último cuadro. Me cansa más ver las cajas por ahí en medio que deshacerlas y colocarlas. En eso he salido a mi madre», reconoce. En eso y en guardar como los tesoros que son la ropa de su abuela Dorita, aún desafiante al paso de tiempo. De ella ha heredado abrigos de esos imposibles de imitar, bolsos mágicos que nunca se estropean, pañuelos que levantan looks y arreglan 'bad hair days' o pequeñas joyas convertidas en amuletos. «Soy supersticiosa, cuando tengo alguna cosa importante siempre llevo algo de ella conmigo». Un latigazo de nostalgia le impide tirar prendas que le traen recuerdos bonitos, aunque reconoce aprovechar las mudanzas para arrasar en la limpieza de armarios.

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La discreción es su mantra, los básicos su principal baza y la compensación su truco infalible. «Si llevo algo estrecho por arriba, voy ancha por abajo; si voy muy arreglada me planto unas Converse; si voy sosa, me anudo un pañuelo al cuello». La virtud del punto medio, que se dice, por eso quizás intenta no comprar demasiado, aunque el escaparate de aquel Zara que tenía al lado de su casa de San Sebastián siempre le pusiera ojitos. Su actual etapa premamá es la menos premamá que ha vivido en cuestiones estilísticas, ya que regaló todas aquellas prendas de talla especial que utilizó en los embarazos de Ion y Lucas, pensando que nunca más las volvería a necesitar. Pero la vida te da sorpresas y ahora ha optado por ser práctica, otra de sus virtudes. «Me he comprado ropa normal, pero unas tallas más grandes. En verano tiraré de vestidos anchos y sandalias, porque ya estaré como un pez globo», bromea. En aras de esa practicidad que tanto predica, resta importancia a los kilos de más, asumiendo que «ya se bajarán, que el cuerpo poco a poco vuelve a su sitio». «Prefiero disfrutar de mi embarazo».

Su abuela Dorita era irremediablemente presumida, hasta el punto de pintarse las pestañas con betún en los ajustados tiempos de posguerra o de no permitir ser vista hasta que no estuviera maquillada, incluso después de pasar por quirófano. María reconoce no llegar «ni a un cuarto de su belleza», aunque heredó de ella un tono de piel bonito y agradecido a los rayos de sol. Sin embargo, hizo oídos sordos cuando le advirtieron sobre «esos 'souvenires' llamados manchas con los que hoy está luchando en su honor». No escatima en cremas para el cuidado facial, probando ungüentos y potingues a discreción que luego recomienda (o no) en sus 'stories' de Instagram. Con ello ha generado una nueva corriente a la que ha bautizado como 'Generouser', un concepto irónico que combina las palabras «influencer» y «generoso» y donde aconseja de forma honesta productos basados en su propia experiencia, sin publicidad ni dinero de por medio.

María Amores, con abrigo y anillo heredados de su abuela Dorita / maría amores

En Madrid ha vuelto a la peluquería de siempre, su agradecida cabellera debe estar a punto. «Nunca he sido muy consciente, pero, por este tipo de cosas, me doy cuenta que soy presumida como mi abuela». Sin embargo, aún sigue comprando online en su farmacia de confianza de Donosti, quizás, por seguir manteniendo vivo ese hilo invisible que le une con la tierra en la que fue feliz; quizás, porque Ion siempre ha soñado con comprarse una casa allí; quizás, porque sabe que algún día volverán para envejecer juntos y poner la última pieza de su puzzle particular.