Glaciares del Iztaccíhuatl. Así se explotaba el 'oro blanco' que se extinguió | El Universal Puebla

2022-09-10 05:58:26 By : Mr. Jeff Xiang

Puebla, sábado 10 de septiembre, 2022 | 00:58 hrs.

Los glaciares que se encuentran alrededor de los 5 mil metros sobre el nivel del mar en el Iztaccíhuatl han desaparecido en 80 por ciento desde 1959 por los efectos del calentamiento global y el impacto de las actividades humanas, pero alguna vez significaron una fuente de riqueza para los pueblos cercanos.

Amediados del siglo XVI, los caciques de Panoaya, quienes fundaron la hacienda donde creció sor Juana Inés de la Cruz, actualmente ubicada en el municipio de Amecameca, poseían “un sitio de ganado mayor en la Sierra Nevada”, en las laderas del volcán Iztaccíhuatl.

En esos terrenos, según documentos históricos, se encontraban cuatro cuevas donde el agua se congelaba de forma natural.

Esos depósitos naturales que producían hielo, así como la nieve que tapizaba las sierras del volcán, fueron una mina para el comercio de nieve que se desarrolló desde la Nueva España y hasta principios del siglo XX.

Sesde el virreinato, la población novohispana descubrió las múltiples propiedades del hielo, desde el uso doméstico y el consumo de sus productos derivados, como las bebidas de sabores, helados y sorbetes, hasta los usos curativos, ya sea como remedio para congestiones, fiebres, quemaduras o para los “males de la cabeza”.

Ante la importancia que adquirió el consumo de hielo, el gobierno novohispano decidió monopolizar la explotación del hielo y la nieve que se obtenía de los depósitos naturales ubicados en las faldas de los volcanes, como el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.

Incluso, algunos asentistas, como se llamaba a los particulares que obtenían la concesión de explotación y comercio de hielo, llegaron a emplear esclavos para extraer y transportar la nieve hasta los poblados cercanos a los volcanes o a la capital del virreinato.

De acuerdo con el arqueólogo Osvaldo Murillo, quien se ha dedicado a la tarea de identificar los sitios de explotación del hielo a partir de fuentes históricas y referencias etnografías recopiladas entre los pobladores de las comunidades aledañas al Iztaccíhuatl y al Popocatépetl, en la época virreinal la nieve pasó a ser un “bien de estancos”, es decir, un producto gravado por una renta controlada por la monarquía.

“El estanco de la nieve se consideraba un derecho real de renta menor, porque aunque se obtenía una renta, se valoraba sobre todo como un producto estratégico que se estancaba para garantizar la producción y el abasto a los poblados”, explica Osvaldo Murillo, investigador y autor del proyecto “Las rutas del hielo. El comercio de la nieve del Iztaccíhuatl”, que presentó para la maestría en historia en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

Uno de los primeros en obtener una concesión de explotación de nieve fue el español Juan de Vilches, quien según documentos localizados en el Archivo General de la Nación (AGN), para el siglo XVII “experimentaba problemas para cumplir con su obligación de abastecer de hielo a los poblados bajo su jurisdicción, debido a que los esclavos negros que efectuaban tal labor habían muerto, por lo que requería de personal especializado para sacar nieve”.

Los expertos ideales para la tarea fueron los indios de los pueblos de Chalco, Amecameca y San Francisco.

Más tarde, en el siglo XVIII, después de diversos litigios con la población, el cacicazgo de Panoaya acaparó la extracción de la nieve del flanco poniente del Iztaccíhuatl y para 1781 se le reconoció la propiedad del “puerto” de Ayoloco, que en esa época representaba la masa glaciar más grande del volcán y, por lo tanto, uno de los depósitos de nieve más extensa de toda la Nueva España.

Murillo, quien también colabora en las prospecciones arqueológicas que el arqueólogo Arturo Montero realiza en las faldas del Iztaccíhuatl con el fin de documentar el culto que se le ha rendido a la montaña, comenta que los documentos históricos indican que el glaciar de Ayolco, junto con cuatro cuevas, eran los sitios de donde se extraía el hielo: Atlicholoaya, Teacalco, Tlahuitla y Huetzian, y Caluca, la mayoría de ellos situados a unos 4 mil metros sobre el nivel del mar, desde donde los indios contratados bajaban el hielo, en jornadas que comprendían ocho horas.

De estos depósitos naturales, el investigador ha logrado corroborar durante sus expediciones a la montaña al menos dos espacios: el de la Cueva de Caluca y las de Tlahuitla y Huetzian.

“En estas prospecciones lo que estoy comparando es si las cuevas todavía tienen manantial o afluente de agua y por otra parte estoy localizando los depósitos de morrenas del glaciar”, comenta.

El monopolio de la explotación del hielo se mantuvo hasta el siglo XIX, cuando desaparecen las instituciones del cacicazgo y el pueblo de Amecameca reclama la propiedad de esos parajes.

A partir de entonces, la gente del pueblo comienza a subir a la montaña y a explotar distintos puntos para bajar hielo y venderlo en las ciudades, como Cholula o la ciudad de Puebla.

“Por ejemplo, don Salvador de la Cruz, nativo del pueblo San Mateo Ozolco, narra que para principios del siglo pasado su abuelo subía con un burro al paraje de Apulco, situado en el flanco oriental de la Iztaccíhuatl, donde cortaba el hielo que se congelaba en abrigos rocosos situados a un costado de una cascada.

"El hielo se compactaba y se rociaba con sal y orines, posteriormente se envolvía con un pasto llamado “chichiczacatl” que crece en el sitio, finalmente se transportaba en costales de ixtle y se vendía en Cholula”, relata el investigador, cuya investigación en archivos documentales se complementa con los testimonios recopilados en los pueblos de San Agustín Atzompa y San Mateo Ozolco, en Puebla.

Este trabajo de investigación, comenta Murillo, también tuvo como objetivo evaluar el impacto natural y social que tuvo la Pequeña Edad de Hielo (PEH), una fase de clima frío de escala planetaria que ocurrió entre los siglos XV al XIX.

“En las montañas de la Nueva España se produjo un avance glaciar significativo que alcanzó la cota de los 4 mil 300 metros sobre el nivel del mar”.

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