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ANN FLAHERTY DEJÓ DE contar la cantidad de transfusiones de sangre recibidas por su hijo William, una vez se acercó a las 75. Hizo lo mismo con las cirugÃas.
"Perdimos la cuenta después de la [cirugÃa número] 20", dijo Ann.
En los meses venideros, el joven requerirá someterse a otra operación para reconstruir el lado izquierdo de su mandÃbula. No se sabe con certeza por qué se desmoronó el hueso; podrÃa ser la quimioterapia que ha recibido. Sin embargo, la operación consistirá en tomar parte de su peroné y moldearlo. Esto prácticamente pondrá fin a su carrera como esquiador.
Antes de pasar por el quirófano, hará su debut en Juegos OlÃmpicos de Invierno en Beijing 2022, representando este domingo a Puerto Rico en la competencia de slalom gigante alpino masculino. Posteriormente, especÃficamente el 16 de febrero, participará en el slalom. Ann estará presente en ambos eventos, viendo a su hijo de 17 años volando por la colina, zigzagueando entre las banderas.
"Nuestra vida es una serie de piezas de rompecabezas; unos momentos de tragedia increÃble, aunque también llenos de orgullo y esperanza", afirma Ann.
Mientras compite, en algún rincón de la memoria de su madre estará el recuerdo del niño William de 3 años, conectado a sondas, recibiendo transfusiones de sangre y cócteles llenos de esteroides y quimioterapia. El triste recuerdo de aquél dÃa de principios de 2008, cuando ella y su esposo Dennis hicieron algunas preguntas importantes al cuerpo médico del hospital.
"¿Qué tan enfermo está, en una escala del 1 al 10?", preguntaron. "1: está saludable y excelente y 10: está muerto. ¿Dónde está?"
"Y nos respondieron 9.5", recuerda Ann.
El salón se quedó en silencio.
"Mi esposo y yo nos sentamos en nuestras sillas, respiramos hondo", dijo. "Y vimos por todo el salón. Y dijimos: ‘Muy bien, ¿cuál es el plan? ¿cómo lo salvamos?’".
LA FAMILIA FLAHERTY ya ha asistido a unos Juegos OlÃmpicos. Hace cuatro años fue el turno de Charles, hermano mayor de William, que representó a Puerto Rico en el slalom gigante masculino de los Juegos de PyeongChang 2018. William acudió como asistente, idolatrando a su hermano mayor mientras competÃa en ambas carreras, en las que quedó en el puesto 73, en medio de un dÃa brutal y ventoso en el que otros 30 esquiadores se estrellaron.
Ambos hermanos comparten un lazo increÃble. No solo han sido abanderados de Puerto Rico en los Juegos OlÃmpicos de Invierno, compitiendo en la misma disciplina deportiva, sino también porque William tiene una parte de Charles dentro de él.
"Vaya historia que tenemos para la próxima vez que subamos para esquiar", indica Charles.
CorrÃa la VÃspera de Año Nuevo de 2007. La familia estaba en Boston visitando a unos familiares; sin embargo, en el vuelo de regreso a casa Ann, enfermera retirada, percibió un color amarillento en el rabillo del ojo de William, que entonces tenÃa 3 años. Lo llevaron directamente a un hospital al aterrizar en Cincinnati, donde vivÃan en aquella época. Charles, con 7 años, recuerda haber preguntado a sus padres por qué habÃa tanto ajetreo en la sala de urgencias, y ver a William cruzar las puertas. Charles no volverÃa a ver a William sino hasta tres meses después, mientras preparaban a Charles para trasplantar la médula ósea que salvarÃa la vida de su hermano.
Durante la primera semana de 2008, sus padres no sabÃan que le pasaba a William. A la familia se le informó que, en el mejor de los casos, era leucemia. Luego llegó el diagnóstico: William contrajo linfohistiocistosis hemofagocÃtica (HLH por su abreviatura en inglés), una extraña enfermedad mediante la cual el sistema inmunológico ataca los órganos del cuerpo. En el caso de William, la HLH tuvo como objetivos su hÃgado y médula ósea.
"Sentà como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago", dijo Ann.
La familia recibió la noticia de sus escasas posibilidades de sobrevivir. A pesar de ello, empezaron a administrarle un tratamiento de múltiples esteroides, antibióticos y quimioterapia, todo con la finalidad de tratar de alejar la enfermedad.
Ann y Dennis estuvieron al lado de la cama de William durante gran parte de los tres meses siguientes que pasó recluido en el Cincinnati Children’s Hospital Medical Center, intercambiando turnos para cuidar de Charles. "Las únicas noticias que recibÃa sobre Will fueron los correos electrónicos que recibÃa todas las mañanas de mi maestra, que los imprimÃa y me los leÃa", cuenta Charles. "Cursaba como primer grado".
Ann recuerda haber enviado un correo electrónico a su comunidad en el que les pedÃa enviaran chistes todos los dÃas. "Nos asegurábamos de reÃr a diario", recuerda Ann. "SÃ, la risa ayuda de verdad. Fue una parte importante del proceso de recuperación, pero también lo fue la mentalidad de nunca ser una vÃctima, siempre mantener la positividad y centrarse en la tarea que se necesitaba hacer para asegurarse de que tu hijo se recuperara lo mejor posible".
A mediados de marzo, los médicos decidieron que William requerÃa de un trasplante de médula ósea para asà recuperarse por completo. Buscaron donantes, pero fue Charles quien cumplÃa con los requerimientos necesarios. Se puso en cuarentena.
"¡Lo hice aproximadamente 12 años antes que el resto del mundo!"
La intervención quirúrgica se llevó a cabo el 10 de abril de 2008 y duró aproximadamente tres horas. Charles fue anestesiado mientras los médicos hicieron la extracción. Recuerda haberse despertado con un dolor persistente, durmiendo y despertando constantemente mientras su madre Ann corrió para pedir que vieran a William.
La intervención quirúrgica se llevó a cabo el 10 de abril de 2008 y duró aproximadamente tres horas. Charles fue anestesiado mientras los médicos hicieron la extracción. Recuerda haberse despertado con un dolor persistente, durmiendo y despertando constantemente mientras su madre Ann corrió para pedir que vieran a William.
"Mamá dijo: 'Puedes jugar una vez que los médicos te coloquen los adhesivos'", recuerda Charles. "Él dijo: 'Bien' y tenemos una bonita foto conmigo, súper delgado con color blanco huesos, porque me habÃan extraÃdo un montón de médula ósea. Estaba súper cansado. Y Will está todo hinchado de esteroides y súper analgésicos, porque le están haciendo la infusión de médula ósea".
Sorprendentemente, William fue dado de alta 10 dÃas después del trasplante; sin embargo, debieron protegerlo porque su sistema inmunológico estaba fuertemente comprometido. "Cuando llegaba a casa, me quitaba la ropa de inmediato, saltaba a la ducha", dice Charles. "Y cada superficie que tocaba, habÃa que limpiarla inmediatamente después de que yo la tocara".
Ann recuerda esa época y lo poco consciente que estaba de lo que ocurrÃa en el mundo a su alrededor. "Hay algunos momentos que son tan horribles y nunca, nunca los olvidas", prosigue Ann. "Pero creo que, cuando tienes que estar tan concentrado y enfocado en lo que hay que hacer para salvar a tu hijo, eso se queda grabado de alguna forma en tu mente. El resto del mundo a tu alrededor es algo borroso. Ocurrió en 2008, fue entonces cuando ocurrió la crisis económica. Y no tenÃa idea de que eso habÃa sucedido, porque estaba tan concentrada en salvar a mi hijo".
El proceso de recuperación no fue sencillo para William. Sus riñones sufrieron fuertes daños, producto de una sobredosis de anfotericina suministrada en una visita a la clÃnica, al punto de que llegaron a analizar la posibilidad de un trasplante renal. William fue efectivamente aislado producto del "sÃndrome del Niño en la Burbuja", tal como la califica Ann. Cualquier gripa ligera le harÃa volver al hospital, mientras que su cuerpo estaba agotado y sufrÃa de osteopenia, lo que debilitaba sus huesos. Debieron extraerle una sustancial cantidad de dientes. A pesar de todo, William volvió a clases ocho meses después de su ingreso al hospital.
La familia se mudó a Puerto Rico cuando William tenÃa 6 años. Los Flaherty tuvieron la oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva; sin embargo, su llegada a Borinquén también trajo consigo nuevos obstáculos.
"Recuerdo que uno de los aspectos del proceso de recuperación de William era que no podÃa sufrir quemaduras solares", recuerda Charles. "Entonces, nos mudamos a una isla tropical y mi mamá le aplicó tanto bloqueador solar para que no se quemara y, de hecho, terminó sufriendo deficiencias de vitamina D. Fuimos a un chequeo y nos dijeron: 'Está bien, pero tiene deficiencias de vitamina D...' Y nos dicen: 'No sé cómo puedes mudarte a una isla tropical y tus hijos se quedan sin vitamina D... ¡pero tienen que parar!'"
Mientras llamaban a Puerto Rico su hogar, también pasaron varias temporadas en Colorado, donde Charles y William se enamoraron del esquÃ. Para William, a pesar de todo el amor que sentÃa por la disciplina deportiva, tenÃa otro rol importante.
"Cuando empezó a esquiar, fue crucial para su recuperación fÃsica", expresa Ann. Las fuerzas de la gravedad fortalecieron sus huesos. "TenÃa muchos efectos residuales de la quimioterapia y los esteroides; pero una vez que empezó a esquiar y hacer ejercicio a diario y salir al sol en medio del aire fresco, muchos de esos efectos residuales empezaron a disiparse lentamente".
Cuando Charles tenÃa 13 años y William 9, ambos convirtieron su pasatiempo en un deporte más serio a nivel competitivo, tras haber disfrutado los eventos de esquà de los Juegos de Sochi 2014. Se les permitió perseguir una carrera competitiva bajo la tutela de la entrenadora Sara Radamus (cuyo hijo River quedó en el puesto 15 de la carrera Super-G masculina en Beijing), luego de prometer a sus padres que sus calificaciones escolares no caerÃan por debajo de "A". Ambos cumplieron su promesa y eso condujo a que Charles se convirtiera en el único representante de Puerto Rico en los Juegos OlÃmpicos de Invierno de 2018.
Charles y William califican para competir representando la bandera de Puerto Rico en su calidad de residentes de la isla y en 2018, la familia viajó a Corea del Sur para ver a Charles esquiar en los Juegos OlÃmpicos. William presenció cómo su hermano vestÃa los colores rojo, blanco y azul, caminando hacia el cielo nocturno de PyeongChang sosteniendo la bandera puertorriqueña. Todo ocurrió dos meses antes del décimo aniversario del trasplante de William. Ambos hermanos se prometieron que lo harÃan juntos en 2022.
"No sé si [PyeongChang] fue una catarsis, pero sà fue muy genial. Fue uno de los puntos cumbre de mi vida y ojalá también lo haya sido para los niños", expresó Ann. "Pero creo que fue un capÃtulo fabuloso de nuestras vidas".
"DirÃa que requerà cerca de 10 años para superar emocionalmente el trauma de tener un hijo enfermo. Los altos son muy altos y los bajos, muy bajos".
En septiembre de 2018, la tragedia azotó a la familia Flaherty. Dennis murió de forma abrupta e inesperada. Ann recuerda la importancia que tuvo el esquà para sus hijos en medio del duelo.
"Creo que mi sicóloga me dijo, justo después de fallecer mi esposo: ‘La naturaleza cura’", dijo Ann. "William pasó mucho tiempo al aire libre y en las montañas, y en sitios hermosos y asombrosos".
"Le dio algo en qué concentrarse, algo para mantener su mente alejada del deceso de su padre, pensando en otra cosa".
ESA PASIÓN y lo vital que ha sido para él la práctica del l esquà llevaron a William a convertirse en una mitad del equipo olÃmpico puertorriqueño de dos atletas que compite en los Juegos de Beijing 2022 junto a Kellie Delka, que competirá en skeleton.
Hubo momentos llenos de nerviosismo en los preparativos de William para Beijing 2022. Su operación de mandÃbula es inminente.
"Hemos caminado sobre la cuerda floja, rezando para que no se fracture la mandÃbula, ya que prácticamente no tiene huesos que sostengan su cara y dientes", expresa Ann.
Su mandÃbula izquierda está hueca y sus médicos creen que es probable que se haya desgastado debido a los esteroides o la quimioterapia administrados hace 14 años. De haberse estrellado o lesionado la mandÃbula antes de llegar a Beijing, sus sueños olÃmpicos se esfumarÃan y la intervención quirúrgica habrÃa sido inmediata.
"Nos enteramos de que, tan pronto se someta a la cirugÃa, será el fin de su carrera competitiva. Pero el cirujano nos dijo que no podÃamos esperar más, sabes, hay que hacerla este verano. Me dice que no siente dolor, ninguna sensación de entumecimiento, al menos no me ha hablado al respecto. Él es la clase de persona que esconde el dolor y no me lo cuenta. Pero él sabe que tiene que operarse".
Considerando que también le extirparon un tumor benigno del lado derecho de la cara en 2020 y que requerirá la extracción de otro tumor después de los Juegos OlÃmpicos, no es de extrañar que sus familiares han perdido la cuenta de sus viajes al quirófano.
A pesar de todo, William sigue adelante y este domingo, se ubicará en lo más alto del Yanquing National Alpine Skiing Center para convertirse en el vigésimo atleta que defiende los colores de Puerto Rico en unos Juegos OlÃmpicos de Invierno.
"Esquiar para mà es casi que un alivio del estrés", afirmó William a principios de 2022. "Mi decisión de seguir adelante, en medio de todos los efectos médicos secundarios… ¿cuántas personas pueden decir que han tenido la oportunidad de participar en unos Juegos OlÃmpicos?"
Charles verá la competencia desde Florida. Hubo planes para que compitiera junto a su hermano en Beijing, pero sus estudios interfirieron en ello. Actualmente, es pasante de la empresa SpaceX y forma parte de las labores de la aeroespacial privada en su flamante plataforma de lanzamiento de naves espaciales en Cabo Cañaveral. William tiene previsto estudiar ingenierÃa aeroespacial.
"Will siempre ha seguido muy de cerca lo que hago", afirma Charles. "Siempre hemos sido cercanos y practicamos los mismos deportes, asistimos a la misma escuela y, fÃsicamente, hemos compartido toda clase de experiencias".
La familia Flaherty apodó a William "El alcalde" porque "conoce a todo el mundo y adora a todos los que conoce", según indica Ann. William no recuerda mucho de lo vivido en 2007. Actualmente lo califica como "inconvenientes menores"; sin embargo, el tratamiento que salvó su vida llevó a su familia a convertirse en firmes simpatizantes del registro de donantes de médula ósea Be The Match y DKMS, organización benéfica dedicada a la lucha contra la leucemia.
Cuando llegue el domingo, Ann no está segura de qué emociones se impondrán entre la oleada de recuerdos. Con Charles, Ann sólo respiró una vez este pasó por el borde de la colina hacia la lÃnea de meta, y fue entonces cuando ella soltó un fuerte grito de alivio y alegrÃa. Con William, los últimos 14 años volarán frente a sus ojos mientras se desliza entre las banderas, siendo el segundo atleta olÃmpico de la familia y sobreviviente de un trasplante.
"Sabes, hemos vivido tragedias, pero también hemos pasado por estos momentos de euforia", indica Ann. "El orgullo puro por nuestros hijos es algo fantástico. Y espero que ellos entiendan lo orgullosos que estamos de ellos".